27 Luego, con fuerte voz, gritó Matatías por la ciudad: «Todo aquel
que sienta celo por la Ley y mantenga la alianza, que me siga.»
28 Y dejando en la ciudad cuanto poseían, huyeron él y sus hijos a las
montañas.
29 Por entonces muchos, preocupados por la justicia y la equidad,
bajaron al desierto para establecerse allí
30 con sus mujeres, sus hijos y sus ganados, porque los males
duramente les oprimían.
31 La gente del rey y la tropa que estaba en Jerusalén, en la Ciudad
de David, recibieron la denuncia de que unos hombres que habían
rechazado el mandato del rey habían bajado a los lugares ocultos del
desierto.
32 Muchos corrieron tras ellos y los alcanzaron. Los cercaron y se
prepararon para atacarles el día del sábado.
33 Les dijeron: «Basta ya, salid, obedeced la orden del rey y salvaréis
vuestras vidas.»
34 Ellos les contestaron: «No saldremos ni obedeceremos la orden del
rey de profanar el día de sábado.»
35 Asaltados al instante,
36 no replicaron ni arrojando piedras ni atrincherando sus cuevas.
Dijeron:
37 «Muramos todos en nuestra rectitud. El cielo y la tierra nos son
testigos de que nos matáis injustamente.»
38 Les atacaron, pues, en sábado y murieron ellos, sus mujeres, hijos
y ganados: unas mil personas.
39 Lo supieron Matatías y sus amigos y sintieron por ellos gran pesar.